El cambio climático no solo trae consigo fenómenos conocidos como sequías, deshielo o aumento de temperaturas, sino que también acarrea consecuencias menos conocidas, como la proliferación de especies parasitarias. Una de estas especies emergentes son los caracoles transmisores de esquistosomiasis, que podrían colonizar varios países del sur de Europa, como España y Francia.
El surgimiento de una plaga parasitaria
Un estudio de la Universidad de KU Leuven, en colaboración con el Museo de África y la Universidad de Copenhague, ha identificado las temperaturas mínimas y máximas a las que sobreviven los caracoles transmisores de esquistosomiasis. Combinando estos datos con modelos que predicen el clima europeo durante el próximo siglo, los investigadores descubrieron que "los caracoles pueden adaptarse fácilmente a nuevas condiciones", según el investigador Tim Maes de la misma universidad.
Esta capacidad de adaptación permite a los caracoles colonizar nuevas zonas, incluyendo Europa. Como resultado, el riesgo de contraer esquistosomiasis, una infección parasitaria aguda y crónica, se verá incrementado durante el próximo siglo. En 2021, al menos 251,4 millones de personas necesitaron tratamiento profiláctico contra la esquistosomiasis según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Armas para combatir la infección
Existen estrategias para combatir la infección por esquistosomiasis, como el acceso a agua salubre, la educación en higiene, el control de caracoles y la mejora del saneamiento. En los últimos 40 años, se ha logrado combatir la infección en algunos países, pero aún es necesario evaluar la situación de transmisión en muchos otros.
Sin embargo, el cambio climático podría dificultar la lucha contra la esquistosomiasis. A pesar de los esfuerzos por controlarla, situaciones como el cambio climático podrían obstaculizar la misión de erradicar esta enfermedad parasitaria.